En 1875, en la ciudad de Veracruz, nace una tradición que ha trascendido hasta nuestros días.
La tradición de El viejo, tiene sus orígenes en el puerto de Veracruz, según el investigador Ricardo Cañas Montalvo comenta los orígenes.
“Los trabajadores que hacían la parte pesada de esta labor, los carretilleros, los cargadores, vieron como los funcionarios de más alto rango de la aduana se repartían las mercancías que habían quedado rezagadas y que no las habían ido a buscar y estaban aquí ocupando un espacio importante”.
Los trabajadores se molestaron y surge un líder que con el grupo de trabajadores acuden a las casas de los altos funcionarios de la Aduana para pedir aguinaldo.
“Surge entonces una figura de un líder en este sitio que al parecer se llamaba Manuel Bovril. Organizó a su grupo de compañeros al parecer con latas, cencerros, sartenes y varios utensilios iban a las casas de los directivos de la aduana y hacían mucho ruido pedir una especie de aguinaldo”
Pero a los directivos no les pareció la exigencia.
“Bovril fue detenido y encarcelado, sus amigos lo que hicieron fue andar pidiendo dinero para sacarlo de la cárcel y obtuvieron un total de 12 pesos para hacerlo y pusieron Bovril en la calle”.
Los trabajadores se dieron cuenta que mediante este tipo de manifestación habían obtenido dinero, entonces buscan repetirla para siguiente año.
Se disfrazan de un hombre viejo, de barba larga y bastón, entonces surge una canción a ritmo de conga.
Esta tradición se saca sólo el 31 de diciembre desde temprano por la mañana, al medio día y parte de la tarde, sin embargo en la actualidad algunos lo sacan desde el día 29.
Pero la tradición ha evolucionado.
Con más de 100 años la tradición se mantiene y se ha extendido a otras regiones del estado de Veracruz.
De esta manera cada año cada 31 de diciembre es costumbre ver al viejo bailando sobre las calles pidiendo limosna al ritmo de conga.
“Una limosna para este pobre viejo
Una limosna para este pobre viejo
Que ha dejado hijo
Que ha dejado hijo
Para el Año Nuevo”.
Foto: Juan Bosco Pérez Acasuso