Opinión

Una jornada típica en la vida de Jesús

Por José Manuel Suazo Reyes

En la sinagoga Jesús se manifiesta como alguien que tiene autoridad porque él es el mesías e Hijo de Dios


El evangelio que escucharemos este domingo (Mc 1, 29-39) nos presenta varios momentos de una jornada en la vida de Jesús. De esta manera, luego de haber estado en la sinagoga donde Jesús enseñó y expulsó a un espíritu inmundo, el Hijo de Dios pasa a casa de Pedro donde cura a la suegra de éste, más adelante se traslada a un lugar público donde le llevan numerosos enfermos. Por último se retira a un lugar solitario para orar, es decir encontrarse a solas con su padre.

Lo primero que observamos es la naturalidad como Jesús se mueve en los diferentes ambientes donde se encuentra. Sea en la sinagoga como en un ambiente familiar, en los lugares públicos como en el silencio de la oración él conserva siempre una relación profunda con Dios. En todos ellos se anuncia la presencia de Dios.

En la sinagoga Jesús se manifiesta como alguien que tiene autoridad porque él es el mesías e Hijo de Dios; en casa de Pedro lleva a cabo una curación milagrosa dónde simplemente toma de la mano a la suegra de Pedro y la levanta; al final, san Marcos comenta que ella se puso a servirles; en la plaza pública, al caer la tarde, se encuentra con muchos enfermos a quienes ofrece la salud y por último, al amanecer Jesús se aparta a un lugar solitario para encontrarse a solas con Dios a través de la oración y de la contemplación.

El evangelio de Jesús es para toda persona y para todas las personas. Así se muestra en esta fotografía que nos presenta san Marcos. Sea en la sinagoga, como en casa de Pedro, en la plaza pública como en un momento de contemplación él anuncia la Buena Nueva a los demás. Esta Buena Nueva se vive por medio de la Palabra, los signos de caridad y la celebración de la fe.

El ejemplo de Jesús debe servirnos a todos nosotros para cuidar también nuestra relación con Dios en todos los momentos de nuestra vida, sea al momento de celebrar nuestra fe dentro del templo como cuando nos encontramos en otros ambientes como puede ser el trabajo donde desempeñamos nuestra vida profesional o con la familia y los amigos. En ningún ambiente debemos descuidar nuestra relación con Dios.

Desde el punto de vista de la evangelización, el testimonio de Jesús nos ilustra sobre cómo se concretizan las tres dimensiones de la evangelización: la dimensión profética, la dimensión litúrgica y la dimensión social. Jesús las vive con toda naturalidad, sea enseñando o anunciando la Palabra de Dios, practicando la misericordia con los enfermos y cultivando un momento de intimidad con Dios a través de la oración y de la contemplación.