Hace un par de años Kaylee Muthart vivió en carne propia los efectos de la metanfetamina y su vida nunca volvió a ser la misma.
El problema comenzó cuando Kaylee tenía tan sólo 17 años de edad, época en la que fue diagnosticada con arritmia y bipolaridad y la depresión la llevó a beber en exceso y luego se adentró en el mundo de las sustancias nocivas.
El problema fue escalando a tal punto que Kaylee consumía diario y poco a poco fue cayendo en una espiral peligrosa.
Una fatídica tarde luego de consumir una dosis alta, Kaylee, que se consideraba muy religiosa, dio por hecho que el mundo se estaba acabando y decidió hacer un ‘sacrificio’ para salvar a la humanidad y decidió arrancarse los ojos con sus propias manos.
"Creo que las drogas aminoraron el dolor”, relata.
Una joven que se encontraba trabajando en la iglesia a unos metros de donde se encontraba Kaylee presenció la horrible escena y llamó al 911.. Sin embargo, nada pudieron hacer para ayudarla.
Tras lo ocurrido Kaylee quedó permanentemente ciega pero con una nueva oportunidad de vida y ahora asegura ser feliz.
La joven es madre de una niña y afirma que lo que más extraña es poder ver su sonrisa.
Actualmente Kaylee acude a una escuela para personas con ceguera y cuenta su historia para concientizar sobre el abuso de sustancias nocivas.
Fuente: Excélsior / Foto; Redes