La figura del pastor era una imagen muy querida para el pueblo de Israel porque su origen fue pastoril. Dios mismo guiaba a su pueblo como un pastor a través del desierto mediante la mano de Moisés y de David. Después de ambos pastores, Dios mismo suscitó grandes reyes-pastores para el cuidado de su pueblo en la justicia y la paz. Sin embargo muchos de estos guías de Israel fueron infieles a Dios y al pueblo, cometieron Injusticias y atropellos a los derechos de los más pobres y necesitados. Los reyes-pastores dejaron de ser gratos a Dios y se olvidaron de promover la justicia y la paz para los más desvalidos e insignificantes del pueblo de Israel. Incluso muchos de estos pastores actuaron abiertamente contra el pueblo de Dios, abusando y maltratando a las viudas, a los huérfanos y a los forasteros. Estos pastores se olvidaron de Dios y de los grandes ideales de la justicia y la paz en favor del pueblo de Israel.
Ante esta situación de infidelidad, Dios mismo prometió, por boca del profeta Jeremías, un verdadero pastor que cuidara de su pueblo y lo llevara por el camino de la justicia y de la paz. Jesucristo es la promesa cumplida por Dios para rescatar a su pueblo de la muerte y del pecado. Jesucristo se llamó a sí mismo Buen Pastor. Él encargó al apóstol Pedro la misión de apacentar y cuidar al pueblo que Él compró con su sangre.
Esta misión encargada por Jesucristo al apóstol Pedro ahora se le ha encomendado al nuevo sucesor de Pedro, Papa León XIV. El obispo de Roma ahora será el encargado de vivir, actuar, hablar y guiar al pueblo de Jesucristo como un verdadero pastor.
Ante tanta guerra, violencia y migración en el mundo, el Papa León XIV tendrá que ser, entre tantas tareas en la Iglesia, un mensajero y peregrino de paz y de justicia. El Papa León XIV proclamará a Jesucristo como el Hijo de Dios para que todos los que crean en Él tengan paz, justicia y vida eterna ya desde esta tierra.