Desde la orilla de la carretera se puede observar como el color morado y naranja pintan los campos verdes, se percibe el olor a tierra mojada y el cantar de los pájaros, se logra ver a lo lejos una pequeña casa muy austera edificada con láminas y madera, así como animales de granja y un suelo lodoso.
Con su machete en mano y sus pies llenos de lodo, Minerva López vigila los sembradíos que tanto trabajo le han costado conservar.
El amor por las flores lo heredó de su abuelo quien le enseñó a sembrar la de cempasúchil y moco de pavo.
"Sembraba puro moco de pavo, después conseguí semilla de cempasúchil y desde ahí la he ido sembrado y no la quiero perder, mientras que yo viva quiero seguirla sembrado, mientras que Dios me preste vida (...) Nosotros cuando estábamos chicas en la casa, mi abuelito la sembraba".
Minerva es la única mujer en la zona de Rancho del Padre, en el municipio de Medellín de Bravo, Veracruz que se dedica a sembrar las tradicionales flores de muerto.
La siembra inicia en julio y agosto, florece en septiembre y es a partir del 28 de octubre que se comienzan a cortar ambas flores para su distribución y venta.
Sin embargo, el clima juega un papel muy importante, pues la lluvia y el viento afecta a los primeros capullos de ambas flores.
Este año Minerva espera que las ventas repunten, pues los dos años anteriores la pandemia les afectó notablemente.