El buque militar estadounidense USS Wichita arribó al puerto de Veracruz de manera sorpresiva, permaneciendo menos de 24 horas antes de zarpar nuevamente, sin que se registrara una agenda pública, actos diplomáticos o ejercicios conjuntos con fuerzas mexicanas.
En entrevista para XEU, Ghaleb Krame, experto en seguridad, la visita tuvo un carácter estrictamente operativo. El buque atracó en el muelle 8 y su estancia respondió a tareas de reabastecimiento logístico, mantenimiento básico y descanso de la tripulación, luego de varias semanas de patrullaje en el Golfo de México.
El USS Wichita es un buque militar que forma parte del despliegue marítimo del Comando Norte de Estados Unidos (US NorthCom). Su misión principal es la interdicción de tráfico de drogas, contrabando de armas y otras actividades ilícitas en rutas estratégicas del Golfo.
Krame subrayó que la llegada del buque se realizó con el consentimiento del gobierno mexicano, ya que, de no existir autorización, no habría podido atracar en el puerto. No obstante, llamó la atención que no se avisara con antelación, lo que vuelve a abrir el debate sobre la narrativa de la soberanía y la cooperación bilateral.
Desde la información oficial disponible, se descarta que la escala haya tenido fines diplomáticos o que se haya realizado alguna operación de incautación en territorio mexicano. Tampoco se reportó el desembarco de capitanes o mandos de alto nivel, ni reuniones con autoridades navales mexicanas, a diferencia de visitas anteriores de embarcaciones estadounidenses.
El especialista explicó que el USS Wichita tiene una autonomía aproximada de 21 días, una tripulación de 131 elementos y capacidad para operar hasta dos helicópteros. Aunque cuenta con armamento como misiles RIM-116, torpedos y ametralladoras calibre .50, su perfil está orientado a operaciones antinarcóticos y de interdicción marítima.
Se trata de un buque de la clase Freedom, diseñado para operar en entornos litorales, con alta maniobrabilidad y velocidad de hasta 45 nudos (alrededor de 83 km/h). Su diseño modular permite adaptarlo a distintos tipos de misión, aunque en este caso no portaba paquetes de guerra de superficie, sino equipo enfocado en la interdicción de embarcaciones ilícitas, como las llamadas narcolanchas, algunas provenientes de Sudamérica.
Sobre el contexto político, Krame señaló que la visita ocurre en un momento de tensión bilateral, marcado por una retórica más agresiva desde Estados Unidos —particularmente bajo la administración de Donald Trump— en torno al combate a los cárteles mexicanos, incluso con insinuaciones de posibles acciones militares directas.
Finalmente, el destino del USS Wichita tras dejar Veracruz no es público. El especialista destacó que el buque apagó su sistema de identificación automática (AIS), lo que impide rastrear su ruta en plataformas comerciales, una práctica que suele responder a protocolos de seguridad durante misiones sensibles.
