La neurotecnología está evolucionando rápidamente y, si bien tiene un potencial prometedor en los campos de la medicina y la comunicación, supone un gran riesgo de uso malintencionado para entrar en la esfera más privada del ser humano: sus pensamientos y procesos mentales, dijo este miércoles una experta de la ONU.
La relatora de Naciones Unidas sobre el derecho a la privacidad, Brian Nougrères, planteó que ante tal amenaza "el avance de las neurotecnologías requieren una respuesta regulatoria urgente" y propuso que se reconozcan cinco "neuroderechos fundamentales".
Al presentar al Consejo de Derechos Humanos su último informe, Nougrères recomendó concretamente que se establezcan los derechos a la "privacidad mental" como una forma de protección contra un acceso no autorizado a la información neuronal; y a la "identidad personal", como forma de resguardar la integridad del ser emocional y cognitivo de cada persona.
Asimismo, propuso el neuroderecho al libre arbitrio para garantizar que el individuo mantiene el pleno control de sus pensamientos y decisiones; y a un acceso equitativo de los beneficios de los avances de la neurotecnología sin importar el estatus socioeconómico.
La relatora uruguaya señaló en el foro de derechos humanos que en el centro de estas preocupaciones está el reconocimiento de que los neurodatos (información derivada directamente del sistema nervioso) es información personal extremadamente sensible.
"A diferencia de otras formas de información personal, los neurodatos pueden revelar no sólo la identidad del individuo, sino también sus emociones, pensamientos y patrones cognitivos", por lo que consideró que se requieren protecciones legales y éticas.
Nougrères sostuvo que la decodificación de la actividad cerebral puede llevar a una vigilancia no autorizada o a formas de coacción.
"Los gobiernos, corporaciones o actores maliciosos pueden explotar este acceso para influir en decisiones personales, comportamientos e ideologías, mermando la autonomía personal y la integridad mental", alertó.
Asimismo, apuntó al riesgo de manipulación en caso de que se utilicen tecnologías que creen opiniones, emociones o recuerdos de forma artificial.
Sostuvo que esto también creará una nueva forma de discriminación, que denominó neurodiscriminación.
En ese contexto, los empleadores podrían utilizar los neurodatos para evaluar las habilidades cognitivas, el estado emocional o las predisposiciones de una persona, lo que puede conducir a una contratación tendenciosa o a excluir injustificadamente a alguien de una oportunidad laboral.