Ahmed al-Ahmed, un vendedor de frutas de 43 años, se ha convertido en el centro de la atención mundial tras intervenir decisivamente para desarmar al atacante durante el tiroteo mortal del pasado sábado en el centro comercial Westfield de Bondi Junction. Su acción, según las autoridades, fue crucial para frenar la escalada de violencia.
Según la reconstrucción policial y múltiples testimonios recogidos por esta redacción, Al-Ahmed, padre de dos niñas, se abalanzó sobre el agresor en medio del caos, logrando inmovilizarlo parcialmente y desviar su atención. En el forcejeo, el civil recibió entre cuatro y cinco impactos de bala en el hombro y el torso. Varios proyectiles permanecen alojados en su cuerpo.
La intervención permitió que la inspectora de policía Amy Scott, quien llegaba al lugar, tuviera un claro ángulo para abatir al tirador, evitando así, según el comisionado de la Policía de Nueva Gales del Sur, "una tragedia de mayores proporciones".
Ahmed al-Ahmed es un ciudadano australiano originario de Siria. Llegó al país en 2006 como refugiado, huyendo del conflicto en su Idlib natal. Establecido en Sídney, obtuvo la ciudadanía, montó un pequeño negocio y formó una familia.
Sus padres, que se reunieron con él hace apenas unos meses tras 19 años de separación, describen a su hijo como una persona de profunda solidaridad. "No lo pensó. Él siempre ha sido así, proteger a otros está en su naturaleza", afirmó su madre a través de un intérprete.
El primer ministro, Anthony Albanese, calificó el acto de Al-Ahmed de "absolutamente heroico" durante una rueda de prensa este lunes. "En el momento más oscuro, algunos individuos brillan con una luz extraordinaria. Este es el caso", declaró.
El héroe civil se encuentra ingresado en el Hospital Royal Prince Alfred, donde su condición es reportada como estable pero grave. Los médicos evalúan el procedimiento para extraerle las balas.
Mientras tanto, el gesto de Al-Ahmed ha generado una ola de apoyo ciudadano. Una campaña de crowdfunding para cubrir sus gastos médicos y de rehabilitación superó los 500.000 dólares australianos en sus primeras 24 horas.