La capital de Afganistán, Kabul, se enfrenta a una crisis hídrica extrema que podría dejar sin agua a seis millones de personas en menos de una década, convirtiéndose en la primera capital moderna del mundo sin agua, según advirtió un informe de la organización humanitaria Mercy Corps.
“El tiempo se agota (...) Sin una intervención inmediata, la ciudad corre el riesgo de convertirse en la primera capital moderna del mundo en agotar por completo sus reservas de agua subterránea, con consecuencias humanitarias, políticas y económicas de gran alcance”, recoge el informe.
La crisis del agua en Afganistán refleja un problema estructural desde hace años en un país que, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), es el cuarto con mayor riesgo climático y el octavo más vulnerable, pese a emitir solo el 0,08 % de los gases de efecto invernadero.
Los niveles de los acuíferos han descendido entre 25 y 30 metros en la última década, situando al subsuelo afgano al borde del colapso, según indican los datos de Mercy Corps.
El crecimiento demográfico, que ha llevado a Kabul de menos de un millón de habitantes en 2001 a aproximadamente seis millones en 2025, ha aumentado la demanda de agua hasta superar en 44 millones de metros cúbicos anuales la capacidad natural de recarga, dejando secos casi la mitad de los pozos.
Además, la realización de hasta 120.000 perforaciones ilegales agrava aún más una situación ya crítica que vulnera el derecho fundamental al acceso al agua.
Si la tendencia actual se mantiene, Kabul podría enfrentar una sequía total para 2030, según advierte la organización.
La calidad del agua subterránea es igualmente preocupante: el 80 % está contaminada con residuos fecales, arsénico y nitratos, lo que ha derivado en el cierre de escuelas y centros de salud incapaces de garantizar un suministro seguro.
En un contexto de escasez, las familias más vulnerables consumen agua almacenada en condiciones insalubres, mientras que quienes disponen de recursos económicos recurren a empresas privadas que venden agua a precios muy elevados.
En algunos barrios de Kabul, el gasto en agua representa hasta un tercio de los ingresos mensuales.
El deterioro hídrico está directamente vinculado al cambio climático, asegura Mercy Corps. El deshielo del Hindu Kush, la principal fuente de recarga de los acuíferos del país, se reduce año tras año, mientras que las sequías prolongadas y la creciente pavimentación urbana limitan la absorción natural del agua de lluvia.
El informe califica la situación en Kabul como un ejemplo extremo de colapso urbano inducido por el clima, que podría anticipar escenarios similares en otras ciudades vulnerables.
Desde la toma del poder de facto por los talibanes en agosto de 2021, la congelación de fondos internacionales y la falta de voluntad política han paralizado proyectos vitales para garantizar el acceso al agua, empeorando la crisis y dejando a millones de personas en Kabul en situación de extrema vulnerabilidad.
La ONG insta a una respuesta urgente y coordinada entre autoridades locales, organizaciones humanitarias y actores privados para evitar lo que denominan "una catástrofe humanitaria de gran magnitud". EFE