Era un 11 de marzo de 2020. Hasta ese momento se habían confirmado aproximadamente 118.000 casos en 114 países y más de 4.000 muertes, según los datos reportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El virus había comenzado a propagarse rápidamente fuera de China, con brotes significativos en países como Italia, Irán, Corea del Sur y España.
Ese día, el organismo sanitario internacional declaró oficialmente la pandemia de COVID-19, una fecha que marcaría el inicio de una crisis sanitaria global sin precedentes en la historia reciente.
La evolución de la pandemia en 5 años
Desde el inicio de la pandemia, la región de las Américas ha sido una de las más golpeadas por el COVID-19, registrando millones de contagios y muertes en el último lustro.
En 2020, la crisis sanitaria llevó a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) a reportar más de 1 millón de muertes en América del Norte, una de las peores cifras registradas en las últimas décadas.
Un año después, 2021 fue el más letal. Además, la aparición de la variante Delta provocó un aumento acelerado de los contagios ya que esa mutación facilitaba la propagación del virus más rápidamente. Para diciembre de ese año, la OPS confirmó un total acumulado de 2,3 millones de fallecimientos en la región.
Con la ampliación de la vacunación, en 2022 las muertes comenzaron a descender. Hasta agosto, la OPS registró 175,7 millones de casos, con una reducción significativa en la mortalidad gracias al avance de las vacunas.
Las medicinas se pudieron distribuir gracias al mecanismo del Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX), una estrategia conjunta entre la OPS, la OMS y otros organismos para garantizar una distribución equitativa, especialmente en los países más vulnerables.
El año 2023 marcó el fin de la emergencia sanitaria global, aunque el virus seguía circulando. A mediados de ese año, aún se reportaban 176.487 casos semanales en las Américas.
La Organización Mundial de la Salud declaró el fin de la emergencia sanitaria global por la pandemia de COVID-19 el 5 de mayo de 2023. Sin embargo, el organismo sanitario aclaró que el virus sigue circulando y representa un riesgo, pero ya no se considera una emergencia de salud pública de preocupación internacional.
En 2024, ya cuando el coronavirus no suponía una amenaza, la OMS advirtió sobre los efectos a largo plazo de la pandemia, señalando que en este tiempo se había revertido una década de avances en la esperanza de vida.
La actual situación del COVID-19
Durante el último año, la enfermedad ha mostrado una tendencia descendente, atribuida al aumento de la inmunidad poblacional por vacunación e infecciones previas, la disminución de la mortalidad y la reducción de la presión sobre los sistemas sanitarios. Estas mejoras permitieron que la mayoría de los países retomaran actividades similares a las de antes de la pandemia. ?
Sin embargo, la OMS enfatiza que, aunque la COVID-19 ya no se considera una emergencia de salud pública de preocupación internacional, sigue “representando una amenaza significativa para la salud global”.
“Es esencial mantener la vigilancia, continuar con la vacunación de los grupos vulnerables y reforzar los sistemas de salud para futuras emergencias”, apunta.
La pandemia no solo causó muertes inmediatas, sino que también dejó secuelas a largo plazo en muchos sobrevivientes, según habían alertado desde el ámbito sanitario, como el COVID-19 persistente durante semanas o meses después. También el que fue catalogado como “crónico”, que se daba especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados y sin una eliminación efectiva del virus, lo que podría llevar a una infección persistente.
Por otro lado, la pandemia evidenció la necesidad de fortalecer los sistemas de salud y establecer mecanismos de respuesta rápida ante emergencias sanitarias. Desde la OMS y otros organismos internacionales insisten que se está trabajando en la creación de instrumentos legales que refuercen la prevención, preparación y respuesta ante futuras pandemias, garantizando una distribución equitativa de recursos médicos y fortaleciendo la cooperación global. ?
Con todo el mensaje de la comunidad sanitaria sigue siendo el mismo: “es fundamental no bajar la guardia, aprender de las lecciones del pasado y prepararse adecuadamente para enfrentar futuros desafíos sanitarios”.
VOA/ doh