El día 26 de julio París pasará a la historia como la primera ciudad que celebra la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos en plena calle, fuera de un estadio. Pero los organizadores no harán sino replicar una idea -y su impecable ejecución- que en 2018, a 11.000 km de distancia, tuvo Buenos Aires cuando acogió los III Juegos Olímpicos de la Juventud, reservados a menores de 18 años.
Si el escenario de la gran fiesta será ahora el río Sena, entonces lo fue la Avenida 9 de julio, la más ancha del mundo. Si en este 2024 año será la Torre Eiffel el monumento emblemático que tendrán ante sus ojos los participantes, hace seis fue el Obelisco, otra construcción histórica.
Recabar la complicidad de los gestores públicos para suspender por unas horas la actividad de una gran ciudad, ensayar la ceremonia sin desvelar sus secretos, garantizar la seguridad y hacer partícipes a centenares de miles de personas fueron algunos de los retos que tuvo que afrontar Buenos Aires y que ahora encara la capital francesa. Un desafío aún mayor "porque en París han ido un paso más allá: una cosa es hacerlo en la calle y otra en un río".
Eso opina Leandro Larrosa, CEO del comité organizador de los Juegos de Buenos Aires 2018, que compartió con EFE los secretos de aquella ceremonia y sus parecidos y diferencias con la que prepara París.
Hacer de la inauguración "una celebración de la gente de la propia ciudad" fue el germen de la idea.
"Empezamos a pensar cómo hacerlo sin que estuviera restringido a la capacidad de un estadio o al costo de una entrada y en un lugar que se explicase por sí solo. Y ahí fue donde encontramos nuestro gran icono, el Obelisco, y esa Avenida 9 de Julio", apuntó Larrosa, desde 2022 director de Márketing y Compromiso Digital del COI.
"Hicimos una primera animación, una 'storyboard', y se lo presentamos al COI. El apoyo que tuvimos del presidente fue inmediato. Y, obviamente, después empezaron todos los 'peros'", añadió.
Su equipo contó "con un socio ideal, un gobierno en la ciudad extremadamente profesional", y para la producción con el plan "brillante" de Diqui James, el creador de la compañía teatral Fuerza Bruta.
"La primera idea que estudiamos con él fue cómo hacer que el escenario habitual horizontal, donde estarían los atletas, continuase en el Obelisco, un escenario vertical que iba a permitir que la gente no necesitara estar en la primer fila para ver el show", explicó Larrosa.
Lo que hizo Fuerza Bruta fue utilizar el Obelisco como fondo para presentar un 'vídeo mapping' y para que los actores se colgasen de él y escenificasen, arriba y abajo, todos los deportes de los Juegos. Además, una carroza gigante móvil trasladó a los músicos, DJs y bailarines a lo largo de la Avenida. Hubo 1.700 personas involucradas en estas actuaciones del Obelisco.
"Colocar los arneses y aparatos para poder colgar a los 'performers' de una pieza histórica, que mide unos 70 m de alto y que no se puede tocar, fue extremadamente difícil. No podíamos dañar el Obelisco de ninguna manera, pero a la vez teníamos que agarrarnos a él para instalar todos estos malacates que fueron creados específicamente", narró Larrosa.
Los ensayos, recordó el responsable olímpico, se hicieron en un club privado, donde se creó una reproducción a escala real del Obelisco. Allí se probaron durante meses el mapping y las actuaciones.
En los últimos 25 días se trabajó en la vereda de la Avenida, "de manera que el día que habilitaran para cortar la calle, solo 24 horas antes, ya estaba todo armado"
"Tuvimos que construir ahí, en el lugar, debajo de unos árboles, esta carroza gigante, que ni pasaba por debajo de los semáforos. Hubo que girar todos los semáforos de la 9 de Julio para que esta carroza tan alta pudiera pasar y dar la vuelta", explicó Larrosa.
"Lo planificamos durante un año y medio y la operación propia en la zona fue de aproximadamente un mes, con 1.500 personas trabajando en el lugar", concretó.
No hubo ningún registro de entrada ni acreditación para los asistentes y el control de seguridad en el acceso fue similar al que hay en cualquier estadio de fútbol. Entre 250.000 y 300.000 personas se congregaron en la 9 de Julio, alineadas en diez cuadras, sin que se produjese incidente alguno.
"No tuvimos ni una denuncia de un teléfono móvil robado", indicó Larrosa.
"Los sistemas de seguridad fueron muy bien coordinados por parte de la policía de la ciudad de Buenos Aires, en conjunto con las fuerzas federales. Además, los servicios de inteligencia también trabajaron muchísimo porque un mes después de los Juegos se hizo el G 20 en Buenos Aires y había un comando unificado que estaba al cargo, por fuera del Comité Organizador, que obviamente no tiene las herramientas para ninguna cuestión de seguridad", resaltó.
Thomas Bach alentó a repetir en París
El presidente del COI, el alemán Thomas Bach, admitió recientemente que, al asistir a aquella ceremonia inaugural junto al responsable de los Juegos de París, Tony Estanguet, le dijo: '¡Cómo me gustaría ver esto en París!'. Y Estanguet se puso manos a la obra.
"Él lo alentó a que esto sucediera e inicialmente costó mucho trabajo convencer a todas las autoridades locales, pero a la vez también ellos dieron un paso más, porque una cosa es hacerlo en la calle y otra en un río. Es un desafío que va más allá todavía", aseguró, "aunque básicamente los retos son los mismos".
"Es un desfile de 6 km por el río y si sumas los anillos de seguridad, van a ser kilómetros de intervenir la ciudad, una ciudad maravillosa, la más linda del mundo, pero en la que ya es muy difícil moverse en un día normal", dijo Larrosa.
"La interacción con la ciudad es clave y ahí tienen a alguien como (la alcaldesa) Anne Hidalgo, una gran socia. Creo que ese es uno de los desafíos más grandes. Cómo comunica la ciudad, no solo el Comité organizador, a los habitantes para que la ceremonia no se convierta en una queja el día después", subrayó.
La seguridad que tanto preocupa de cara a la apertura en París "es un tema de índole nacional y regional, todos implicados para que la ceremonia tenga los niveles de seguridad necesarios", reiteró.
Y en cuanto a los ensayos, "¿cómo calcular inclusive la velocidad de la corriente del agua del Sena?", se preguntó Larrosa ante el desfile de las barcazas de las atletas. "Nosotros replicamos una torre 70 m en un club privado, donde no lo veía nadie, pero replicar París, los 6 km de río, es distinto".
Unas 325.000 personas podrán asistir a la ceremonia, pero Larrosa incidió en que su distribución será muy distinta a la de hace seis años en Buenos Aires.
"Nosotros pudimos encajonar dentro de una avenida a toda la gente y tomarnos un kilómetro y pico de distancia y eso nos daba un marco natural. Acá es al revés, del río hacia fuera. Entonces eso va a ser, creo, un gran desafío. El ciudadano de París tiene que estar informado de los cortes y de todo lo que va a involucrar", insistió.
Otro problema será la salida de todo ese público al término de la ceremonia.
"A veces los peores problemas que hubo en la historia del deporte fueron a la salida, que se puede desmadrar. En Buenos Aires también estuvo extremadamente bien organizada. Abrimos todas las calles laterales para que la gente se fuera dispersando de esa manera. Fue una dispersión extremadamente natural", indicó.
La ceremonia de Buenos Aires fue breve comparada con las casi cuatro horas que durará la de París. Para los deportistas que acudan a ella supondrá unas ocho horas fuera de su alojamiento y de sus entrenamientos. Los que compitan a día siguiente, en gran medida, optarán por no asistir.
"Nosotros concentramos a los chicos en el Teatro Colón, a unas cuadras y tratamos de que estuvieran el menor tiempo posible parados para que la mayor cantidad de atletas pudieran ir. Y la verdad es que el nivel de presencia fue enorme, yo diría que en torno al 95 %", dijo Larrosa.
El director de Márketing subrayó que los Juegos de Buenos Aires tuvieron "un alto contenido de innovación, no solo en la ceremonia inaugural", que se verá también en París.
"Teníamos un liderazgo fuerte en Gerardo Werthein, miembro del COI, presidente del comité organizador, que nos inculcó este tipo de valores de inclusión, de paridad. Fuimos los primeros Juegos con paridad de sexos, los primeros con un Parque Urbano como el que ahora se va a replicar en París, los primeros con instalaciones temporales en parques públicos para ir nosotros a la gente, y no que la gente tenga que ir a un estadio aislado de la ciudad", mencionó.
Una gran operación de márketing
Como experto en mercadotecnia, Larrosa opinó que la ceremonia en el Sena, con final en el Trocadero frente a la Torre Eiffel, "es el mejor posicionamiento que podía haber elegido París desde el punto de vista de márketing hacia el mundo".
"Los Juegos estos van a ser recordados por mucho tiempo por sus escenarios. Quién imaginó ver en el Palacio de Versalles un caballo saltando o el voley playa debajo de la Torre Eiffel. Es un sueño hecho realidad. Es una película desde el punto de vista del márketing, porque los Juegos son una herramienta para posicionar una ciudad o posicionar un país", aseguró.
Pero Larrosa consideró importante resaltar que "la fórmula que funcionó para Buenos Aires y que va a funcionar para París no implica que se pueda reclamar a todos los comités organizadores del mundo que hagan una ceremonia de apertura afuera, porque tal vez la características de su ciudad no lo permitan".
El responsable olímpico tiene "una confianza ciega en el equipo creativo de París" para resolver dos cuestiones que se mantienen en secreto: cómo alguien que está sentado en un punto concreto de la orilla del Sena va a poder disfrutar de los 6 km de ceremonia y cómo se va a encender el pebetero olímpico, donde quiera que esté.
"Que la gente no se pierda nada del espectáculo es otro de los grandes desafíos. Tengo mucha confianza en los creativos del equipo de París 2024 para poner en marcha algo que incluya a todos y no sea algo como una carrera ciclista, que pasó por delante y ya está", dijo.
Y sobre el encendido del pebetero, ¿aún es posible la sorpresa?
"Va a ser algo que queda por inventar, seguro", aseguró Leandro Larrosa.
EFE/ doh