Cuando Kimberly Cheatle dirigía las operaciones del Servicio Secreto para salvaguardar al presidente estadounidense y a otros dignatarios, refirió que hablaba con los agentes en entrenamiento sobre la “tremenda responsabilidad” de su trabajo.
“Esta agencia y el Servicio Secreto tienen una misión de cero errores”, dijo Cheatle, quien es ahora directora de la agencia, durante un podcast del Servicio Secreto llamado “Standing Post”, en 2021. “Tienen que venir todos los días preparados y listos para la acción”.
Ahora, el Servicio Secreto y su directora están bajo un intenso escrutinio por esa misión de “fracaso cero” luego del intento de asesinar al expresidente Donald Trump durante un mitin el 13 de julio en Pensilvania que lo hirió en la oreja.
Los legisladores y otras personas de todo el espectro político se preguntan cómo un hombre armado pudo acercarse tanto al candidato presidencial republicano cuando se suponía que debía estar cuidadosamente vigilado.
Cheatle, quien testificará ante los legisladores el lunes después de que comisiones del Congreso y el gobierno del presidente Joe Biden iniciaran una serie de investigaciones, dijo al noticiario ABC News que el tiroteo fue “inaceptable”. Cuando se le preguntó quién tenía la mayor responsabilidad, respondió que, en última instancia, es el Servicio Secreto el que protege al expresidente.
“La responsabilidad es mía”, dijo Cheatle. “Soy la directora del Servicio Secreto”. Agregó que no tiene planes de dimitir y que hasta ahora cuenta con el respaldo del gobierno.
En agosto de 2022, Biden nombró a Cheatle para hacerse cargo de una agencia con un historial de escándalos, y ella buscó ampliar la diversidad en la contratación, especialmente de mujeres, en el servicio dominado por hombres.
Cheatle, la segunda mujer en liderar el Servicio Secreto, se abrió camino durante 27 años antes de dejarlo en 2021 para trabajar como ejecutiva de seguridad en PepsiCo. Biden la trajo de regreso.
Ahora enfrenta su desafío más serio: descubrir qué salió mal con la responsabilidad central de la agencia de proteger a los presidentes, y si puede mantener el apoyo —o incluso su puesto— para realizar cambios.
Todavía se revelan detalles sobre las señales de problemas el día del intento de asesinato, incluidas las medidas tomadas por el Servicio Secreto y las autoridades locales para asegurar el edificio al que el tirador, Thomas Matthew Crooks, subió, a unos 135 metros de donde Trump hablaba. Dos personas resultaron heridas y Corey Comperatore, exjefe de bomberos presente en el mitin, murió.
El gobierno de Biden ha ordenado una revisión independiente de la seguridad en el mitin. El inspector general del Departamento de Seguridad Nacional ha abierto tres investigaciones, y comisiones del Congreso han iniciado otras mientras aumentan los llamados para que Cheatle renuncie. Dos senadores republicanos que exigían respuestas la siguieron mientras ella caminaba por la Convención Nacional Republicana la semana pasada.
“La nación merece respuestas y rendición de cuentas”, publicó el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, republicano por Kentucky, en la red social X. “Un nuevo liderazgo en el Servicio Secreto sería un paso importante en esa dirección”.
VOA/ doh