Varios relojes de todo tipo tapizan la pared del local de Javier Lezama, que se ubica en el callejón Melchor Ocampo, en el Centro Histórico de Veracruz.
Relojería Lezama fue un negocio que su abuelo Álvaro comenzó hace 85 años y a pesar del avance de la tecnología y las nuevas generaciones se mantiene en pie.
“Él (su abuelo) era marino y él contaba que fue en el barco, conoció una persona que le enseñó la relojería. Ya cuando se retiró de la Marina empezó el negocio de la relojería”, cuenta Javier.
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Actualmente son tres generaciones que mantienen en pie el negocio, que está a cargo de Javier y su padre.
Este 3 de noviembre es el día internacional del joyero y el relojero. El origen de la celebración de este día internacional obedece a la conmemoración de uno de los joyeros más destacados del Renacimiento italiano: Benvenutto Cellini.
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Javier cuenta que él aprendió el oficio viendo a su padre y abuelo practicarlo aunque reconoce que se les hacía complicado por lo difícil que es el trabajo de repararlos.
“Al principio sí, al menos a mí se me hacía difícil, pero ya con la práctica ya se va aprendiendo más. El desarmar los relojes automáticos se me hacía muy difícil, pero ya con la práctica”.
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Javier señala que con el paso del tiempo y las modas han cambiado el oficio, pues ya muchos jóvenes prefieren los relojes táctiles e inteligentes que los mecánicos y clásicos, aun así muchos acuden al lugar a preguntar los costos de reparación.
“El reloj mecánico se ha dejado un poco, ahorita los smartwatch son lo que están saltando ahorita, más que los relojes de pila y automáticos, sigue habiendo relojes, pero la tecnología está avanzada en eso”, contó.
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La mayoría de relojes que reparan han pasado de generación en generación entre las familias, por lo que conservarlos representa un valor sentimental y es gracias a esto que negocios como el de Javier se mantienen en pie en la actualidad.
