A través de un comunicado, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que a partir de los 60 años, comienza a disminuir el volumen del cerebro humano.
En el mismo boletín, la máxima casa de estudios del país explicó que para envejecer de manera saludable, se tiene que realizar actividades estimulantes como por ejemplo: estudiar, leer, practicar algún deporte o juegos de mesa, labores de jardinería o tejer, y sumarlas a la convivencia familiar, acudir al cine o dormir bien.
A continuación el comunicado:
Para envejecer saludablemente hay que realizar actividades cognitivamente estimulantes como estudiar, leer, practicar algún deporte o juegos de mesa, labores de jardinería o tejer, y sumarlas a la convivencia familiar, acudir al cine o dormir bien, consideró la integrante del Laboratorio de Neurogenómica Cognitiva de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Elissa López González.
De igual manera, añadió la científica, es necesario cuidar la sintomatología asociada a ansiedad y depresión, y variar constantemente las acciones que nutren a la llamada reserva cognitiva.
En ocasión de la XXIII Conmemoración de la Semana del Cerebro en dicha entidad académica, refirió que en el envejecimiento se registran modificaciones cerebrales. A partir de los 60 años se observan, entre ellos, la diminución del volumen cerebral, de las dendritas (las “ramificaciones” de las neuronas) y de los botones sinápticos (ramificaciones terminales de los axones, donde se almacenan los neurotransmisores).
Asimismo, mengua la sinapsis (el espacio entre el extremo de una neurona y otra) y de la mielinización (consistente en cubrir los axones de las neuronas con una sustancia que los protege y asegura la correcta transmisión de los impulsos nerviosos). Dichas alteraciones estarían generando diferencias en la cognición, señaló.
En la conferencia “Cuidando la atención y la memoria: factores clave para un envejecimiento saludable”, explicó que entre los cambios se encuentra el de mecanismos atencionales.
Al respecto, la experta abundó que los adultos mayores, por ejemplo, tienen disminuida la capacidad para ignorar los estímulos que no son relevantes (índice de supresión). También la eficiencia en la memoria de trabajo registra reducción con respecto a los adultos jóvenes.
Durante el encuentro académico organizado por la Coordinación de Psicobiología y Neurociencias de la FP, López González aclaró que existen elementos que podrían ayudarnos a protegernos. “Uno de ellos es la reserva cognitiva, que es la capacidad que tiene el cerebro para tolerar los cambios asociados con la edad o con alguna patología”.
Para que sea alta, los años de estudio o una escolaridad mayor benefician; un empleo desafiante cognitivamente hablando; y al parecer tienen impacto fuerte las actividades desarrolladas en el tiempo libre, es decir, si en lugar de estar acostados salimos a andar en bicicleta, usamos juegos de mesa, practicamos deportes, manualidades, o convivimos con amigos.
Conforme aumenta el nivel de reserva, la función cognitiva global se incrementa. De esta manera no importa tanto la edad, sino dicho grado, destacó la candidata a doctora.
En el auditorio Luis Lara Tapia de la FP recalcó que un componente que impacta a esa función son los puntajes de ansiedad y depresión. Conforme se incrementan, la eficiencia de la memoria es menor.
Rememoró que en el Laboratorio realizaron un experimento con el objetivo de detectar los causantes que moderan los efectos relacionados con la edad en los mecanismos atencionales y la eficiencia en la memoria de trabajo.
Participaron 87 hombres y 107 mujeres, mayores de 20 años; ser diestros; al menos con siete años de escolaridad; neurológica y psiquiátricamente sanos; visión normal o corregida; sin dependencia severa a drogas de abuso; y sin deterioro cognitivo.
Luego de detallar la tarea del estudio -que incluyó mirar pasivamente, atender rostros e ignorar escenas y viceversa-, mencionó que entre los resultados se encontró que la atención no cambia conforme aumenta la edad. Pero al pasar los años la eficiencia en la memoria de trabajo se reduce.
Además, conforme se eleva el puntaje de reserva cognitiva la eficiencia en la memoria de trabajo también se incrementa. Es decir, la primera podría ser protectora de la segunda y, por el contrario, se detectó que niveles altos de sintomatología asociada a ansiedad y depresión podrían ser un elemento que disminuya su efectividad.
Alertó la universitaria que dormir poco (menos de cinco horas) podría ser un factor relacionado con la disminución en la memoria de trabajo, acorde con la edad. Los adultos mayores presentan sueño fragmentado y de menor calidad. “Tal vez por eso tiene mayor efecto para ellos, en comparación con los jóvenes”, acostumbrados a mal dormir, pero que podrían tener afectaciones en el futuro.
Elissa López aseveró que el estudio concluyó, por ejemplo, “que la edad no predice los mecanismos atencionales, pero sí la eficiencia en la memoria de trabajo”; y que existen agentes cognitivos relacionados con la atención y la eficiencia en la memoria de trabajo de dos tipos: protectores (función cognitiva global y reserva cognitiva) y de cuidado (ansiedad, depresión y horas de sueño).
De acuerdo con la investigadora, dormir aproximadamente siete horas, controlar la sintomatología asociada con ansiedad y depresión, y fortalecer nuestra reserva cognitiva, todo ello a lo largo de la vida puede promover un envejecimiento cognitivo saludable.
Fuente y foto: UNAM