Opinión

El ahorro es cuestión de ambición y de previsión

Por Arancha Arbulu Unanue


En las últimas semanas se ha hablado mucho de la pensión que recibirán las generaciones de 1975 en adelante, la cuál será el resultado de su ahorro personal durante su vida económicamente activa.

No hay fórmulas mágicas para ahorrar, sólo hábitos o vicios en el gasto de su ingreso. Los hábitos al igual que los vicios, son el resultado de una educación que comienza desde que se es pequeño, con actos positivos repetitivos en el caso de los hábitos y repeticiones de actos negativos en el caso de los vicios.

Estas dos acciones en la mayor parte de los casos son consecuencia de una educación que enseña al individuo de generación a generación una manera particular de ver el mundo que le rodea y a responder a dicha percepción.

El 87 % de los jóvenes no ahorran *, escudándose en una pobre educación financiera en la que justifican su carencia de ahorro diciendo que esto es sólo para los ricos, los fifís, la clase media, los ambiciosos… cuando en realidad es un hábito positivo que les lleva a dejar de consumir hoy para consumir mañana, en recursos que les permitan alcanzar una meta patrimonial, una recuperación de salud, una situación de bienestar y una mejora de vida. Todos los individuos sin considerar la cantidad de ingreso que perciban están sujetos a la posibilidad de ahorrar, que en términos porcentuales de su ingreso la sabiduría popular establece un 10% de lo que perciban.

El problema más grave que nuestra sociedad mexicana está enfrentando más que la percepción de ingreso (que hoy está restringida por la pandemia a nivel mundial) es la identificación del tipo de gasto que efectúan. El gasto necesario (pago de

transporte, escuela, teléfono móvil, renta, alimentación, servicios de luz, de agua, salud) lo confunden con el gasto innecesario (diversión, esparcimiento en centros nocturnos, fiestas, bebidas…) y los deseos (ropa, zapatos, aparatos electrónicos).

El 71% de los jóvenes en México usan la Tarjeta de crédito como un medio para financiarse *, como una extensión de su ingreso destinado principalmente para su consumo, poniéndolos en riesgo de sobre endeudarse, sin contemplar que el costo de este recurso es el más caro de todos los instrumentos de crédito que se tienen en el mercado financiero, con un CAT (Costo Anual Total) sin IVA del 35% al 87% de algunas tarjetas de crédito de tiendas departamentales.

Esto empuja a que muchos individuos exclamen ¡No me alcanza para ahorrar! Y tengan comprometido su Ingreso mensual en el pago de sus deudas que en muchos casos fueron originados por gastos innecesarios u hormiga.

El ahorro además de ser un buen hábito, se ancla en dos dimensiones muy humanas, la ambición y la previsión. La palabra ambición hoy tan despreciada, está definida por la Real Academia Española como el “Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama”, es el motor que mueve al progreso personal y a las sociedades hegemónicas; las personas deberán tener muy claro, según su propio nivel económico en el que se encuentren, cuál es su realidad con respecto a sus ingresos, en función de los cuales, determinen sus gastos necesarios a cubrir, para con una correcta percepción, planeación de sus presupuestos y control del mismo, alcancen,

poco a poco, este buen hábito financiero: el ahorro, que los lleve a adquirir ese deseo ardiente de metas que les brinde una mejor vida; previendo los momentos infortunados que se presentan de una manera natural en el ciclo de la vida humana, como los accidentes, la enfermedad y la vejez.

 

 

*Dato obtenido del estudio de Cultura Financiera de los Jóvenes, realizado por la UNAM y BANAMEX en el 2008